Nuestro Pensamiento

Tu pensamiento y Tú

¿Crees que eres lo que piensas?

Crees que todos los pensamientos dentro de tu cabecita, son tu creación o responsabilidad? Si la respuesta es Sí, sigue leyendo.

Al mando de esta maquinaria perfectamente diseñada que es el ser humano, tenemos el cerebro. El cerebro se encarga de muchísimas tareas que se desarrollan en automático (sin pensar), como respirar, digerir, bombear sangre y un sinnúmero de procesos más de los que ni siquiera nos damos cuenta, no tenemos que pensarlos para realizarlos. Incluyendo el procesar estímulos que activan las áreas específicas en el cerebro, relacionadas a la urgencia (reflejos), como para saltarse el turno de todo lo demás y ser atendidas/os de inmediato. Como podrían ser, por ejemplo, mover la mano para alejarla de algo que la esté quemando, o parpadear para evitar que algo que viene hacia mis ojos entre en ellos. 

Esto es lo que va ocurriendo de fondo, pero hay funciones y reacciones que dependen de la interpretación que hagamos del estímulo ante el que estemos. Ya aquí la instrucción no necesariamente es tan clara o tan directa. Requiere del pensamiento; de las ideas que se formen y de cómo se procese aquello que se nos está presentando, lo que además vendrá condicionado por la percepción que tengamos de la realidad. Aunque a veces pase tan rápido que ni siquiera nos percatamos de cómo ha ocurrido.

Estamos constantemente evaluando escenarios, sujetos, acciones. Muchas veces de modo inconsciente para poder reaccionar y responder con más o menos rapidez. Aunque no nos demos cuenta, nuestro pensamiento está siempre ahí. Sopesando opciones, analizando respuestas, lenguaje no verbal… vamos, ¡no para!

Como es algo permanente y continuo… Solemos pensar que somos lo que pensamos, ni siquiera contemplamos la posibilidad de que esto no sea así. Directamente nos identificamos con nuestros pensamientos y creemos que somos el ‘yo’ que piensa. 

Y dado que la mente no calla nunca, estamos convencidos de que somos esa voz incesante que escuchamos en nuestra cabeza.

No somos conscientes de cómo los pensamientos determinan y condicionan nuestra vida.

Cuanto más enganchados estamos al pensamiento, más compulsivo se vuelve. Y cuanto mayor es el torrente de pensamientos que inundan nuestra mente, mayor se vuelve la identificación con la compulsión. ¡Se trata de un círculo vicioso!

Lo que se vuelve un peligro cuando vivimos en un estado constante de sobreestimulación por el ritmo de vida que llevamos, que hace que funcionemos la mayor parte del tiempo, en piloto automático, sin ser plenamente conscientes de lo que hacemos y pensamos.

Estudios científicos han revelado que podemos tener unos 60 mil pensamientos al día. Impresionante, ¿verdad? Pues un poco más impresionante es saber que la mayoría de esos pensamientos son automáticos, (aparecen inconscientemente y en contra de nuestra voluntad) repetitivos, negativos y asociados con el pasado. 

De hecho, cuanto más queremos desprendernos de algún pensamiento negativo y/o repetitivo, más aparece

Y tal vez te estés preguntando, si tan perfecta es esta maquinaria del ser humano, ¿por qué “gastamos” esta cantidad tan absurda de recursos en nuestra mente, para evaluar y repasar cosas pasadas y negativas?

Bueno… se debe al instinto natural de preservación de la especie. Una situación que haya ocurrido y que nos haya hecho sentir mal, física o emocionalmente, significa que ha ocurrido una interpretación en el sistema de que ha habido una amenaza y automáticamente una parte de nosotros se quedará tratando de entender ese rompecabezas hasta que lo resuelva. Para así poder “archivar” eso que ha aprendido, con el propósito de evitar que algo así vuelva a ocurrir, por aquello de mantenernos vivos 😉  y a salvo. 

Si conscientemente ponemos atención, desgranamos lo que ocurrió, lo entendemos para clasificarlo y poder reaccionar en función de esa experiencia en el futuro, ese rompecabezas, ya no estará ahí tratando de resolverse en el fondo. Es como dejar de pelear con lo que ocurrió o está ocurriendo.

Pero no solo los estímulos externos condicionan nuestro pensamiento…

Lo que creemos también influye en lo que pensamos. Pensamientos y creencias se relacionan. Somos incapaces de dejar de pensar una creencia fijada que crea un pensamiento instalado (real o no). Así que todo pensamiento provoca una emoción y en consecuencia una actitud que mueve nuestras conductas.

De ahí la importancia de ir gestionando la información que vamos recibiendo por experiencia propia o ajena y filtrarla, porque lo que nos creamos, estará ahí de fondo moldeando nuestros pensamientos y tal vez generando pensamientos negativos, que no vienen a cuento y que a su vez pueden generar malestar emocional y desencadenar en diversos problemas relacionados con la salud mental, como ansiedaddepresión… 

Lo que nos decimos a nosotros mismos, nuestros juicios e interpretaciones, es decir, nuestro diálogo interno, provocan directamente nuestros pensamientos y, por tanto nuestras emociones.

A veces, las emociones provocan determinados pensamientos. Otras veces, los pensamientos generan determinadas emociones. 

En el momento en que un individuo es consciente de las emociones que está experimentando o suele experimentar, las reconoce, las identifica con un nombre y las ordena dentro de un contexto situacional puede identificar y gestionar las emociones que en consecuencia permite mantener una buena salud mental y desarrollo emocional, además de una coherencia en nuestro comportamiento. 

Nuestros pensamientos y emociones afectan a nuestra salud. Por esta razón, es importante cuidar nuestros pensamientos, creencias y emociones para reconocerlos y gestionarlos.

Así que quizá ha llegado el momento de ¡cuestionar tu mente!

Saber cómo formamos nuestros pensamientos nos puede ayudar a alejar conflictos internos y a mejorar nuestras relaciones con los demás.

Si sientes que quieres mejorar tus vínculos y tu relación contigo mism@, tal vez ha llegado tu momento de hacer inventario, descarte y re-amueblado de tus pensamientos. Es un proceso que puede dar un poco de pereza, tal cual como hacer una mudanza u ordenar un trastero, pero con el acompañamiento y las herramientas adecuadas verás como los resultados valen la pena. Si te apetece que sea yo quien te acompañe en tu viaje, ya sabes, aquí me tienes 

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En resumen… Aprender más de ti para vivir mejor.

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