Experimentar Vs Prejuicios

Experimentar Vs Prejuicios

¿TE ATREVES O TE ABSTIENES DE EXPERIMENTAR?

El otro día estaba viendo una docuserie chulísima que se llama DEAR (si no la has visto, te la recomiendo) cada episodio consta de una entrevista a un personaje relevante para nuestra cultura contemporánea y la van hilando con extractos de cartas de personas que les han escrito para dejarles saber cómo esas acciones, decisiones y pasos que dieron, les impactaron y representaron un antes y un después en sus vidas.

Es una serie inspiradora y emotiva, en la que personalidades que ya estamos habituados a ver en sus respectivas plataformas de influencia; iconos del cambio, la inclusión y el desarrollo de nuestra sociedad actual; se muestran transparentes y nos cuentan los pormenores de esas carreras que ahora parecieran ser tan perfectas e ideales, desmitificando sus trayectorias y narrando sus procesos con mucha más amplitud de lo que normalmente nos es visible como espectadores.

Es increíble como todas las historias tienen un punto en común: Todos estos personajes antes de sacar su creación al mundo, hacerse famosos, atreverse, dar el paso o rebelarse, habían pasado un proceso de dudas, de pensarse en exceso las cosas, de miedo, de no saberse si serían capaces o si serían lo suficientemente buenos.

¿Te imaginas si se hubieran quedado en la duda y no se hubieran regalado a la humanidad con sus dones?

Algunos narraban incluso como seguían teniendo esas sensaciones en la actualidad (habiendo sido ya reconocidos por sus logros) y cómo habían aprendido a gestionar esas dudas y esos miedos para poder seguir haciendo lo que ahora todos damos por sentado que harán.

Ver estos sentimientos tan naturales y universales en estas personas que han logrado cosas tan fabulosas, me hizo recordar cuántas veces he visto en los pacientes o en mi misma, estas dudas que nos frenan muchas veces para lanzarnos a hacer, actuar, experimentar y vivir.

Cuántas veces nos quedamos en la duda y el “qué pasaría sí” porque antes de darnos la oportunidad de intentarlo, nos hemos creído la historia que nosotros/as mismos/as nos hemos contado, en la que no lo hacemos perfecto, no nos sale bien o el efecto que provoca en las otras personas no es el que deseamos.

Y entonces, según seamos, nos quedamos en el eterno aprendizaje, tratando de perfeccionar lo que sea que queremos perfeccionar, antes de dar un mínimo paso o podemos también ir atreviéndonos despacito en especie de mini experimentación para conseguir una mini validación en retorno, que probablemente nos devolverá a la casilla de salida. “Sigue estudiando y aprendiendo hasta que no quede duda de que lo harás perfecto a la primera y encima, será todo un éxito”

Vamos, toda una espiral de auto saboteo que nos evita de vivir a plenitud, experimentar, sentir, fallar, equivocarnos, corregir el rumbo, pero sobre todo, nos mina el autoestima, nos hace perder oportunidades e incluso muchas veces vivir en ansiedad tratando de alcanzar unos ideales que no existen o previniendo algo que no ha pasado y que probablemente nunca pasará.

Todo porque nos quedamos en lo racional, que es lo que creemos que es fiable y seguro. Le damos prioridad a lo que dicta nuestra mente, cuando justo esa mente, está precargada con información, temores, juicios y conclusiones que no son realmente nuestros, ni necesariamente ciertos, sino que son prejuicios.

¿Y qué son los prejuicios?

Son juicios que hemos realizado inconscientemente sin haber vivido la experiencia, sin haberlo

verificado; y que condicionan nuestra percepción, limitando nuestra visión y nuestra comprensión.

Juicios que se han instalado en nuestra mente de una manera no experimentada. Son ideas previas y estereotipos que nos creemos porque han sido vistas, repetidas y “validadas” por nuestro entorno, de manera que han pasado a formar parte de nuestro esquema cognitivo.

El estereotipo puede ser que tenga una base cierta, pero su sobre-generalización es lo que le

hace erróneo y de ahí viene que los estereotipos creen marcos cognitivos y creencias implicando generalizaciones típicas, que son atajos cognitivos que permiten de una forma rápida comprender y procesar la información aún no siendo cierta.

Damos por válidos unos prejuicios que se instalaron en nuestra mente de una manera NO

comprobada ni vivida en primera persona.

Y el tema no es no tener prejuicios, todos tenemos prejuicios, y ellos pueden ser útiles a la hora de hacer valoraciones rápidas de situaciones para que podamos reaccionar oportunamente y salirnos de una situación peligrosa, pero no por eso debemos fiarnos de ellos y dejarles condicionar todas nuestras acciones y decisiones sin tan siquiera plantearnos su veracidad o utilidad.

Lo suyo sería entonces ser conscientes de nuestros prejuicios y permitirnos hacer las cosas con escepticismo sin dejar que los prejuicios nos limiten, para así poder permitirnos el zambullirnos en vivencias diferentes que puedan darnos nuevas perspectivas, visiones, herramientas, logros, e incluso hacernos más felices.

Quizá vale la pena atreverse, ¿no?

Si sientes que tal vez te piensas demasiado las cosas y que tanto pensar y dudar aferrada/o a los prejuicios que te han venido dictados desde siempre, te está impidiendo dar los pasos, tomar acción y experimentar la vida que deseas con plenitud, tal vez ha llegado el momento de dar un vistazo a ese sistema de creencias para revisarlo despacio y dejar activadas/funcionando solo las piezas que te sirvan y descartar las que ya no lo hagan.

Si te apetece que te acompañe en ese proceso de creencias, te dejo aquí el enlace para que reserves tu sesión de descubrimiento.

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2. Encontrar nuevas maneras de entender lo que estás viviendo y saber cómo desbloquearlo.


3. Saber por qué nos quedamos atascados/as y descifrar cómo deshacer programas que ya no necesitas impulsando tu potencial.

En resumen… Aprender más de ti para vivir mejor.

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