El Objetivo No Es La Meta

EL objetivo no es la meta

Sino el Camino Que Recorres Para Tratar De Alcanzarla

…Es ahí donde está el crecimiento, el aprendizaje y el valor.

Hoy quiero hablarte de un tema que estoy segurísima que alguna vez te ha tocado, de una manera u otra: Las metas, los objetivos y las expectativas que construimos alrededor de ellos. Cómo los vivimos y cómo podemos flexibilizar nuestra perspectiva para realmente disfrutar más de la vida y saborear mejor el momento presente. 

A menudo solemos tener la creencia de que si tenemos éxito consiguiendo X cosa (o cosas) en concreto, seremos más felices. Pues tal vez te sorprenda saber que son muchas las personas exitosas que luego de conseguir ese hito, meta, objetivo; o como le queramos llamar; se encuentran en una especie de crisis. Se encuentran perdidas, a veces decepcionadas, otras tantas desilusionadas. Tal vez a ti mismo(a) te ha pasado. 

Eso genera incluso un conflicto interno más contundente que no lograr ese objetivo.

Y es que nos enfocamos mucho en llegar a esa meta pero poco nos entrenamos o nos preparamos para realmente avanzar luego de ese éxito. ¿Qué pasa si no me siento como pensé que me sentiría? ¿O no ocurre aquello que creí que sucedería en consecuencia?

Así que en este artículo quiero ahondar en ese tema y en cómo podemos flexibilizar nuestra perspectiva para salir ganando sea cual sea el resultado de aquello que nos planteemos.

Somos lo que Buscamos

Martin Heidegger, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, exploró profundamente la cuestión de la existencia en su obra Ser y tiempo (Sein und Zeit), donde plantea que la pregunta por el «ser» o la esencia de nuestra existencia es central para comprendernos a nosotros/as mismos/as. 

La pregunta por el ser como un proceso, no como una respuesta
Para Heidegger, preguntar sobre el «ser» significa cuestionar continuamente la naturaleza de nuestra existencia, lo cual nos invita a enfrentarnos con el hecho de que nunca obtendremos una respuesta definitiva. En lugar de ver esto como algo negativo, Heidegger propone que la búsqueda misma —este continuo cuestionamiento— es lo que da sentido a la vida. Responder de manera final la pregunta sobre el ser haría que el cuestionamiento pierda su razón de ser, ya que estaríamos reduciendo el «ser» a algo estático y sin vida. En la búsqueda de nuestro sentido, encontramos el propósito de vivir.

El ser como algo dinámico y cambiante
Desde esta perspectiva, el ser no es un objeto que se puede conocer o «poseer» plenamente, sino que es algo dinámico, en constante cambio y evolución. La noción de que «sólo tiene sentido buscar» sugiere que la esencia de la vida es el movimiento, la apertura a la experiencia y la reflexión. Este cuestionamiento continuo nos permite acercarnos al sentido de nuestra existencia de manera más auténtica, dándonos el espacio para redefinirnos constantemente en función de nuestras experiencias y nuestra relación con el mundo.

Valorar el Momento Presente

Para Heidegger, la vida auténtica no consistía en alcanzar una «meta final» en términos de sentido, sino en experimentar la vida como un viaje continuo de autodescubrimiento y cuestionamiento.

Cuando nos enfocamos solo en una meta final, nos perdemos de ver lo que tenemos a los lados. Solo existe la cima y si ya no la vemos, sea porque la alcanzamos, porque no llegamos a tiempo o del todo la oportunidad para perseguirla; todo pierde sentido y cuesta encontrar la motivación o el entusiasmo para seguir siendo o haciendo. 

En cambio si vamos apreciando el recorrido, a las personas que vamos encontrando, los pequeños retos que vamos consiguiendo todo se siente diferente y si un día desaparece la meta, por cualquier razón, hay muchos más puntos de anclaje que hemos ido dejando por el camino para afianzarnos a ellos y poder recalcular nuestra nueva ruta sin tener que destruirnos y reconstruirnos sin aprovechar o valorar lo que hemos ido aprendiendo o ganando en el camino. 

¿Cuándo será suficiente?

Arthur Schopenhauer, sostenía que la insatisfacción es una condición fundamental de la existencia humana. Según él, el deseo es un motor constante en la vida: nos impulsa a buscar, alcanzar y poseer aquello que anhelamos. Sin embargo, en el momento en que conseguimos algo, el objeto del deseo pierde su atractivo inicial, y esto nos confronta con su verdadera naturaleza, desprovista de la idealización que lo hacía atractivo. Esta realización, según Schopenhauer, lleva inevitablemente a la decepción.

Proyectamos nuestras esperanzas y fantasías en el objeto deseado, idealizándolo como algo que, al obtenerlo, completará o enriquecerá nuestra vida. Sin embargo, una vez alcanzado, el objeto pierde esa ilusión y nos deja frente a su verdadera, y a menudo decepcionante, realidad. Tanto, que muchas veces, si ese objetivo no estaba bien definido como algo medible, podemos incluso sentir que no lo hemos logrado en absoluto. Este proceso refleja lo que Schopenhauer llama “insatisfacción crónica,” donde nuestra felicidad parece siempre inalcanzable, relegada a un futuro que se desvanece cuando ese futuro llega.

Insatisfacción y autoconocimiento
Si bien Schopenhauer ofrece un enfoque pesimista, esta visión de la insatisfacción crónica puede también llevarnos hacia un proceso de autoconocimiento. Reconocer que ninguna posesión o logro externo puede brindar una felicidad absoluta, nos permite mirar hacia adentro y comprender que nuestra satisfacción y sentido de vida pueden surgir, en cambio, de aceptar esta naturaleza cambiante de las experiencias. La aceptación de la insatisfacción y la apertura hacia el momento presente se convierten, entonces, en fuentes de una satisfacción más profunda, basada no en el logro, sino en el ser consciente y el aceptar la vida tal como es.

Disfrutar del Camino

«Solo hay dos tragedias en la vida: una es no conseguir lo que deseas, y la otra es conseguirlo» Oscar Wilde

Está en nuestra naturaleza… estamos constantemente impulsados a perseguir nuestras metas, pero el logro de esos objetivos no siempre brinda la satisfacción que esperamos y entonces, si nos enfocamos solo en la meta y “el final” tengamos éxito o no en ella, podemos estar igualmente condenados a vivirlo como un sufrimiento, pase lo que pase.

Si no conseguimos lo que deseamos podemos sentir frustración, decepción o incluso desesperanza. 

Este sentimiento se deriva de nuestra tendencia a aferrarnos a nuestras expectativas y a valorarnos en función de nuestros logros; lo que nos hace olvidar el presente, donde realmente podemos experimentar y vivir plenamente. 

Si conseguimos lo que deseamos muchas veces, el logro de una meta no nos proporciona la felicidad o el sentido de realización que anticipábamos. O puede agregarnos la presión de tener que luego igualar o superar ese éxito. 

A veces también, cuando alcanzamos nuestros objetivos, sentimos una especie de vacío porque el deseo mismo fue lo que nos mantuvo en movimiento. Lograrlo puede confrontarnos con preguntas existenciales: «¿Y ahora qué?», o ¿Cómo puedo superarme ahora?

Es como si no hubiera una respuesta correcta, pero en realidad es todo cuestión de perspectiva. 

Cuando nos dejamos cegar solo por la meta y conseguirla sin importar nada más, es mucho más lo que podemos perder que lo que podemos ganar. Lo más significativo en nuestra vida ocurre mientras buscamos esos objetivos, no necesariamente en su consecución

La clave está en apreciar el camino y la experiencia del aquí y ahora. El valor reside en cómo nos transformamos a lo largo del camino, más que en el logro final. La meta puede ser solo un punto de referencia, pero la verdadera riqueza se encuentra en el proceso de crecimiento, descubrimiento y conexión consigo mismo/a y con los demás mientras caminamos hacia esa meta.

Espero que este artículo haya abierto un poco tu perspectiva y te ayude a apreciar de una manera diferente tus procesos y tus logros, pero si estás teniendo dificultades para hacerlo o sencillamente quieres no hacerlo solo (a) siempre puedes solicitar una sesión de valoración y descubrir cómo podemos trabajar juntos/as.

Suscríbete para:

1. Tener más conocimiento y descubrir nuevas formas para cuidarte unificando tu mundo exterior con tu mundo interior.


2. Encontrar nuevas maneras de entender lo que estás viviendo y saber cómo desbloquearlo.


3. Saber por qué nos quedamos atascados/as y descifrar cómo deshacer programas que ya no necesitas impulsando tu potencial.

En resumen… Aprender más de ti para vivir mejor.

Comparte

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Telegram
WhatsApp